«…Las gambas a la sal, de crear adicción, de esos platos que piensas que, en cantidad adecuada, podrían componer por si solas una orgía gastronómica…»
- DIRECCIÓN: Santander, C/ Vargas, 33
- TELÉFONO: 942 07 57 41
- VISITADO EL … 10 de marzo de 2018


Primera de las 2 paradas gastronómicas que hice el pasado fin de semana en Santander capital. Hacía tiempo que varios amigos, tanto norteños como de Valladolid, me habían hablado de La Vinoteca y su alma mater, Koldo, como un sitio de obligada parada gastronómica en Cantabria.
A partir de ahora, yo seré uno de ellos, de los que recomienda encarecidamente visitarlo, quiero decir.
Un trato profesional y amable con el que fueron desfilando algunas de sus especialidades, entre las que me quedo sin ninguna duda con las gambas a la sal y la lasagna de pasta fresca y bogavante. Las primeras, de crear adicción, de esos platos que piensas que, en cantidad adecuada (muchas, por supuesto), podrían componer por si solas una orgía gastronómica acompañadas de una buena botella de vino. De aspecto crudas, pero tersas en su interior y con un suave ali-oli que para nada enmascaraba su sabor, un imprescindible del local. Seguimos con una lasagna de pasta fresca y bogavante que mantuvo perfectamente el nivel iniciado para terminar los entrantes dando cuenta de un arroz negro con cachón (sepia) y queso curado de oveja, muy correcto.
Los segundos platos se compusieron de un lomo de lubina a la sal y verduras salteadas que me confirmó que la cocina a la sal es el punto fuerte del local puesto que, aparte de un gran producto, la cocción y suavidad del pescado eran perfectas. Por último, la carne vino en forma de unas milhojas de rabo de buey que en cualquier otro local podrían perfectamente ser una especialidad pero que, tras todo lo anterior, nos pareció quizá el plato más flojo de todos. En todo caso, bien.
Para los postres nos decidimos por los raviolis de piña y queso cremoso con helado de coco y sus trufas, ambos de escándalo.


La parte del bebercio ya íbamos prevenidos de que Koldo, el dueño, era un gran entusiasta y entendido en vinos, por lo cual simplemente le dijimos que, basta que éramos de Valladolid, nos sacase cualquier cosa excepto Rueda o Ribera del Duero, que los tenemos más vistos. Ello se tradujo en un par de botellas de Guitian, godello sobre lías de la D.O. Valdeorras y una de uno de los vinos que más me ha sorprendido últimamente que corrobora que en cualquier zona se elaboran vinos de quitarse la boina, un Taberner 2014 de Bodega Huerta de Albalá, acogido a Vinos de la Tierra de Cádiz, elaborado con la variedad syrah y que, sencillamente, nos enamoró.
En cuanto al precio, todo lo descrito lo pedimos para compartir entre 4 personas, tocando a una media de unos 45 € por barba. Relación calidad/precio muy buena para lo disfrutado.
Lo dicho, para el que quiera, en Santander lo tenéis en la C/ Vargas, 33.
En la Panza queda…