«…para venir a vender vino a Valladolid, hay que ser muy vasco…»
La pasada semana Valladolid acogió la visita de Karlos Arguiñano, concretamente en el Gure Txoko (Sociedad Gastronómica vasca en la ciudad) el jueves y en la Microbodega Urbana el viernes. El motivo no era otro que la presentación de sus dos Txacolis, pero la repercusión mediática y la cercanía a la gente que caracteriza al de Beasáin, hizo de la velada una perfecta sintonía entre sus vinos y la persona. Un comunicador nato capaz de mantener la atención de su auditorio de principio a fin.
«He grabado el programa de mañana, he recogido los huevos de las gallinas y me he venido directo para Valladolid», comenzó captando la atención de los allí congregados, para continuar con un «para venir a vender vino a Valladolid, hay que ser muy vasco», provocando la primera sonrisa cómplice del público.
K5 y K Pilota son los dos vinos que elabora la bodega, ambos monovarietales 100% Hondarrabi Zuri. K5 porque son 5 socios en el proyecto y K Pilota haciendo un guiño a la afición de Karlos al juego de la pelota vasca. Ambos se elaboran con vocación de romper el estigma de que los txacolis hay que beberlos en el año, que es lo que popularmente y hasta la llegada de bodegas con nuevas pretensiones como es la que nos ocupa, se asumía hasta hace poco tiempo. Por contra, pretenden que puedan tener una guarda en botella que les haga ganar con la edad, contando para todo ello con el hacer del reconocido enólogo Lauren Rosillo.

«…Si con 60 años y tras casi 3 décadas haciendo que el público se fie de mí, si empiezas a hacer algo, simplemente o lo haces bien, o no lo haces…»
En 2005 plantaron 50.000 cepas en 15 hectáreas, que hoy en día dan una producción de unas 90.000 botellas. «Si con 60 años y tras casi 3 décadas haciendo que el público se fie de mí, si empiezas a hacer algo, simplemente o lo haces bien, o no lo haces», continuó como preámbulo a la forma de elaborar sus dos criaturas…
K5 es el «pata negra» de la bodega, elaborado solo con la uva (sin raspón), por sangrado de la misma por su propio peso, sin prensado. Pasa 10 meses en depósitos de acero inox. sobre sus lías, lo cual le otorga la personalidad que buscan, considerándolo un vino «más para comer». Por contra, su hermano menor, el K Pilota busca un segmento «más de poteo», del día a día. Éste se elabora ya mediante el prensado de las mismas uvas con las que se hace el K5, pasando 5 meses también en depósitos de acero. Ninguno de los dos llevan carbónicos ni azúcares añadidos.
«Lo más importante al final es que están muy ricos y sientan bien» iba ya finalizando el cocinero para sentenciar en su habitual línea humorística, «…además, después de 7 hijos y 11 nietos, no me puedo poner a hacer un mal vino, sería el más tonto de Euskadi».
La noche acabó con unos chistes marca de la casa y dedicando unas palabras a Miguel, de Olivares Distribuciones, distribuidor oficial de sus dos txacolis para Valladolid.
Eskerrik asko a Karlos y equipo por la visita y su simpatía, a Distribuciones Olivares por la organización y al Gure Txoko por la acogida.
